domingo, 13 de enero de 2013

La Hora Suprema, por Jorge Ortega



El pez bajo la estrella
en la noche polar.

Fluye sordo, adentro
y en zigzag,
surcando el espesor del silencio abisal
como un remo que mueve
inadvertidamente
la pesadez de las aguas.

Afuera el estupor del universo
erizado de estigmas luminosos
refleja en su pizarra
los fervores de la vigilia,
el atlas submarino de tesoros
dispersos en el mar,
monedas fulgurantes
en un estanque
turbio.

Aislado en su elemento,
cromado por el frío de las honduras
el pez alado monta la espalda del abismo
sin derramar el vaso de la visión más pura
y su ardiente primicia.

Navegue o vuele, da lo mismo.

En el espacio incierto
sembrado de contornos todavía imprecisos
persiste la luciérnaga.

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